De Alicia Giménez Barlett había leído la serie de Petra Delicado,
novela policíaca de muy buena calidad. Cuando cayó en mis manos esta obra,
ganadora del Premio Nadal 2011, comencé a leerlo esperando algo parecido. Pero
no tiene nada que ver.
La novela narra la búsqueda por parte de dos hombres, uno español
y otro francés, uno bondadoso y otro un pícaro, de La Pastora, llamada así, con
mayúsculas, desde el principio. Estamos en los años 50, y el maquis es ya
apenas un recuerdo en la memoria de los españoles, pero sigue siendo algo muy
presente entre la Guardia Civil, pues uno de los más buscados, La Pastora,
sigue sin ser capturado ni ejecutado.
La novela va saltando desde el relato de la búsqueda hasta el
relato de La Pastora. Cuenta su difícil niñez, nacida de sexo indeterminado
(sus genitales eran extraños) y criada como mujer llamada Teresa, aunque
siempre hombruna y mirada con recelo por sus vecinos; su vida de adolescente,
cuando las características masculinas comenzaron a aparecer y ella comprendió
que se sentía un hombre; la guerra civil, donde ella no intervino ni sabía muy
bien qué estaba ocurriendo; la dura posguerra, donde por determinadas circunstancias
acabó en el maquis y pasó a ser un hombre, apodado Durruti pero conocido
siempre como La Pastora.
La historia es fascinante, y más aún al saber que la vida de La
Pastora no es una invención de la autora, sino que existió. Fue un hombre
nacido con un defecto congénito cuya vida fue muy dura por esa razón y muchas
otras. Es una historia que merece la pena conocer.
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