Ana Tramel es una abogada con un pasado oscuro adicta al alcohol y los tranquilizantes.
Su hermano Alejandro, con el que no mantiene ninguna relación desde hace varios
años, es un adicto al juego, razón por la que acaba debiendo casi un millón de
euros a un casino. Tras matar a golpes al director del casino durante una mala
noche, se suicida en el calabozo.
Podría parecer que ahí ha acabado todo, pero no es así: el casino
demanda a la viuda de Alejandro (a quien Ana no conocía), que tiene un hijo de
tres años. Ana se indigna, y a partir de ahí iniciará una cruzada contra el
casino y sus directivos. Con sus altibajos debido a sus adicciones, agravados
por dos intentos de asesinato contra su persona, aprenderemos a comprender a
esta mujer que se aferra a un clavo ardiendo y, como ella misma, dice, es una
gran encajadora de golpes. Es difícil tumbarla, siempre consigue mantenerse en
pie.
Roberto Santiago (al que conocía por los libros de la serie Futbolísimos que están aún en las estanterías
de mis hijos) desarrolla una trama muy elaborada. Para conocer el asunto de
primera mano, se introdujo en el mundo del juego y habla desde dentro, razón
por la que considero que no se equivoca mucho…
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