Muy en la línea de sus Episodios
de una guerra interminable, Almudena Grandes vuelve (en realidad, la novela
es anterior, pero yo la he leído después) a retratar la desgracia del exilio en
Francia para los perdedores de la Guerra Civil, los parias, como se
autodenominan, traicionados por unos y por otros y por todos.
La historia cabalga desde la época actual hasta los años
anteriores a la guerra, cuando Mateo y María se conocieron y formaron una
familia, gente con buena educación, republicanos y cuyos hijos se convirtieron
en combatientes por la República después del 18 de julio de 1936. Las andanzas
de la guerra, la huida, la posguerra, las ilusiones de volver, la vida en
Francia, sus hijos muertos y vivos, sus nietos…
Por otra parte, en la época actual, Julio Carrión, hombre rico,
hecho a sí mismo en la posguerra, fallece de un ataque al corazón. Durante el
entierro, uno de sus cinco hijos ve a una desconocida en el cementerio que
atraerá su atención, más aún cuando se la encuentre al ir a arreglar la situación
económica de la herencia.
Raquel y Álvaro se conocerán y se amarán, pero antes deberán enmendar
errores, desvelar secretos y aprender a perdonar, a olvidar o quizá a no
perdonar ni olvidar pero sí a vivir con una verdad que duele aunque el corazón se quede helado. La historia engancha,
y mucho, y no podremos evitar sufrir con Raquel y con Álvaro.
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