Es cierto que creo que las secuelas escritas por quien no concibió
la saga no suelen estar bien logradas, pero tuve que poner esta opinión entre
paréntesis tras la cuarta entrega de la serie Millennium de David Lagercrantz,
muy lograda y veraz. En esta quinta entrega, he echado de menos a Lisbeth en
estado puro. Casi todo lo que ella protagoniza nos da apenas unas pinceladas de
ese carácter tan peculiar que posee.
La historia comienza con Lisbeth en prisión durante dos meses,
tristes e injustas secuelas de la novela anterior. Allí hay una matona que
tiene acosada a una joven musulmana que se atrevió a desafiar a su familia. Y
ya sabemos que Lisbeth no soporta las injusticias…
Por otra parte, comienza a sospechar de una trama que se remonta su
infancia, cuando una asociación (o registro) estudió parejas de gemelos en distintos
ambientes con el fin de descubrir “cómo
hacer un buen sueco”.
Mikael volverá a aparecer en escena para ayudar a Lisbeth, pero
también he echado de menos un poquito más de reflexión por su parte…
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