Siempre incondicional de Lo
que el viento se llevó, era casi una adolescente cuando me regalaron esta segunda
parte de la magistral novela de Margaret Mitchell. No llega, por supuesto, a su
calidad, pues ya sabemos que segundas partes nunca fueron buenas, y si la autora
ha cambiado, menos aún.
La novela comienza con
Scarlett abandonada por Rhett, justo al fallecer Melanie. Scarlett no se rinde,
y está convencida de que Rhett volverá a ella, Pero cuál será su sorpresa cuando,
tras una visita fugaz, se marcha de nuevo sin intenciones de llevarla consigo.
Scarlett irá a Charleston,
donde vive su suegra, con el fin de instalarse allí e irle reconquistando. Pero
Rhett sabe esquivarla, y cuando finalmente y tras un naufragio están a punto
ambos de morir, sucumbiendo finalmente a su pasión, Rhett huye de nuevo de su
lado. Scarlett decide no seguir esperando y comenzará su periplo por las
tierras irlandesas de su padre, donde conocerá sus raíces. A partir de ahí,
Scarlett madurará pero sin olvidar jamás a Rhett, quien aparece en su vida
recurrentemente… Y todo apunta a que finalmente, conseguirá recuperarle.
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