Casandra es una joven
madre que vive en una ciudad en la que no quiero vivir, porque siempre llueve.
De hecho, la lluvia permanece durante toda la novela en un primer plano,
desapareciendo en contadas ocasiones.
Un día, sufre un accidente
de coche que la deja en coma durante casi tres meses. Cuando despierta, entre
sueños, es para ver cómo tres personas entran en su habitación y matan a su
compañera de cuarto, una anciana en estado vegetativo. Un celador entra y también
acaba sin vida, sufriendo una muerte atroz. Ella ha visto todo esto a través de
un “fulgor” o aura que encuentra en todas las cosas y personas de su alrededor.
Cuando despierta
definitivamente, la vida y sus visiones son normales, por lo que cree que todo
fue un sueño. Pero no fue un sueño, y en el momento en el que salga del
hospital su vida empezará a complicarse muchísimo, hasta el punto de cometer
varios crímenes que tendrá que ocultar, cómo no, incluso a su marido, policía.
Llevaba tiempo con ganas
de leer esta novela y no me ha decepcionado.
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