miércoles, 10 de febrero de 2021

La larga marcha

 



Stephen King, hace muchos años, publicó algunas novelas con seudónimo, con el fin de no saturar el mercado. Autor más prolífico no sé si habrá, creo que no, al menos en la literatura actual. Esta es la razón por la que King tiene verdaderas joyas (yo soy muy fan de alguno de sus libros) y otros no tan buenos. Cuando escribes como churros, es lo que pasa…

En esta ocasión, King estaba empezando. Y la historia es una pequeña maravilla de superación, muerte y terror. Terror psicológico, pues realmente lo que el protagonista del libro y sus compañeros desconocen, es muy claro: ¿qué ocurre cuando mueres?

En una realidad distópica, en unos Estados Unidos diferentes (suponemos que la II Guerra Mundial, que se nombra vagamente, acabó de diferente manera), el “pan y circo” de los romanos, ha llegado a su límite. El mayor entretenimiento, el acontecimiento deportivo anual, es una competición a muerte, denominada “La larga marcha”. Consiste en caminar a un mínimo de 6’5 kilómetros por hora (buena velocidad), hasta que el cuerpo aguante. No se puede parar a comer, dormir, descansar ni hacer necesidades. Todo sobre la carretera. Con cada pequeña parada o descenso de la velocidad se recibe un aviso; tres avisos es el máximo que se puede recibir, con el cuarto te dan el pasaporte y finalizó la prueba para ti.

Y aquí viene lo bueno: el pasaporte consiste en un tiro en la cabeza. La muerte. La larga marcha es una competición a muerte, donde los cien participantes saben que morirán casi con total seguridad, quedando únicamente uno de ellos para elegir su premio: todo lo que deseen a lo largo de su vida. Lo peor de todo es que la participación es totalmente voluntaria.

Y la novela consiste en acompañar a Garraty, un joven ni mejor ni peor que el resto, a lo largo de su viaje. Como dije antes, estremecedora. Solo me gustaría haber podido saber cuál fue su vida un año después...

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